Tengo una sincera preocupación por un área de la teología que requiere una atención más cuidadosa de la que se le ha dado. El tema es la elección soberana, Israel y la escatología. Una de las extrañas ironías en la iglesia, y en la teología reformada, es que aquellos que están más enamorados de la doctrina de la elección soberana, que son más inquebrantables en su devoción a la gloria de Dios, la honra a Cristo, la obra del Espíritu en la regeneración y en la santificación, que son firmes en cuanto a la veracidad e inerrancia de la Escritura, que son meticulosos en la hermenéutica, que son los más cuidadosos en lo que respecta a la doctrina, que son guardianes de la verdad bíblica y que trabajan con todos sus poderes para determinar la verdadera interpretación de cada texto en la revelación divina, al mismo tiempo les interesa poco aplicar esas pasiones y habilidades para determinar el final de la historia, y se contentan con estar en desacuerdo lúdico con los vastos datos bíblicos sobre la escatología.
¿IMPORTA LA ESCATOLOGÍA?
¿Le importa el fin a Dios?, ¿debería importarnos a nosotros? La culminación de toda la historia redentora es importante. La historia se dirige a una conclusión divinamente diseñada y es bastante significativo que Dios nos la haya revelado. Dios llenó las Escrituras con profecías de los últimos tiempos, por lo que se ha calculado que casi un cuarto de la Biblia, en el momento en que fue escrita, se relacionaba con el escatón.
¿Acaso Dios, en este importante volumen de revelación, de alguna manera enturbió sus palabras tan irremediablemente que la instancia suprema para los teólogos es simplemente reconocer la confusión y abandonar cualquier pensamiento de la claridad de la Escritura con respecto a la escatología? ¿Es acaso innecesario e imposible trabajar duro para entender pasajes proféticos porque requieren un conjunto de interpretaciones espiritualizadas o alegorizadas? ¿Se sienten cómodos con la noción de que los principios probados y verdaderos de la interpretación tienen que ser abandonados cada vez que llegan a un texto profético?
RECUPERACIÓN DE UNA INTERPRETACIÓN LITERAL
Hay una serie de amilenialistas y posmilenialistas que afirman que muchos pasajes proféticos requieren una interpretación espiritualizada o alegorizada. La opinión común sostenida por estos dos campos es que nunca fue la intención que el reino prometido a Israel, según lo identificado en el Antiguo Testamento, se cumpliera en un sentido literal. O. T. Allis, un conocido amilenialista, reconoce que una interpretación simple y literal de estas profecías del Antiguo Testamento requeriría que las promesas a Israel sean hechas por el Israel nacional: “Las profecías del Antiguo Testamento, si son interpretadas literalmente, no pueden considerarse cumplidas todavía o que puedan cumplirse en la época actual."
Floyd Hamilton, en su libro The Basis of Millennial Faith, elabora: “Ahora, debemos admitir francamente que una interpretación literal de las profecías del Antiguo Testamento nos da tal imagen de un reino terrenal del Mesías como lo describe el premilenialista.” Lorraine Boettner escribió: “En el significado del milenio, se conviene en general— que si las profecías se toman al pie de la letra, predicen una restauración de la nación de Israel en la tierra de Palestina, con judíos ocupando un lugar prominente en ese reino y gobernando sobre las otras naciones.”
Los tres casos anteriores requirieron una alteración severa en la hermenéutica para evitar una conclusión premilenialista, que aparentemente —en opinión de sus proponentes—, es un destino peor que la muerte. Para proteger algún tipo de posición teológica preconcebida, les es necesario cambiar las reglas de interpretación. Sin embargo, si vamos a cambiar esas reglas debemos tener claridad del Señor de que necesitan ser cambiadas. Pero no hay evidencia de que Dios quiera que cambiemos las reglas interpretativas.
Por ejemplo, cuando vamos a los primeros tres capítulos de Génesis, Dios no se agrada cuando nos topamos con el creacionismo progresista, la evolución teísta o cualquier tipo de teoría del día-era. Al contrario, Dios es exaltado como Creador en la plena gloria de su poder creativo cuando tenemos una interpretación literal de los primeros capítulos de Génesis. Nada en el texto ordena indicar que este relato descriptivo sea algo distinto del lenguaje específico, literal, normal y factual. No se puede justificar llamarlo poesía puesto que un estudio reciente realizado por uno de nuestros profesores en The Master’s College, utilizando un programa electrónico lingüístico para comparar la diferencia entre prosa y poesía, llegó a la conclusión de que el relato narrativo es claramente prosa, no poesía. No queremos que nadie manipule el principio; ¿por qué somos tan tolerantes con las personas que alteran el fin?
No queremos permitir que alguien introduzca arbitrariamente su propia hermenéutica en Génesis; sin embargo, nos satisface permitir que la gente introduzca su propia hermenéutica en pasajes proféticos a través de la Biblia y particularmente en el libro de Apocalipsis. ¿Dónde está el mandato divino en las páginas de la Escritura para hacer tal cosa? ¿En qué capítulo y versículo se encuentra eso? ¿Quién decide las nuevas reglas al respecto?
UNA LLAMADA DE ALERTA ANTE EL CAMBIO
De vuelta a mi pensamiento introductorio, es irónico que aquellos que celebran la gracia soberana de Dios en cuanto a la elección unilateral, divina, incondicional e irrevocable para los cristianos, nieguen sin vergüenza lo mismo para el elegido Israel. Esta es una división extraña, porque la Escritura enseña la perpetuidad de la iglesia elegida a la gloriosa salvación y, en un lenguaje similar, la Escritura afirma la perpetuidad del Israel étnico a una futura salvación de una generación de judíos que cumplirán todas las promesas divinas que les ha dado Dios. En ambos casos, este es el trabajo y el resultado de la divina elección soberana.
De todas las personas que podrían ser premilenialistas, los calvinistas deberían ser los que más amen la elección soberana. Los arminianos son muy buenos amilenialistas debido a que los dos puntos de vista son congruentes: Dios elige y no preserva a nadie. Podemos dejar el amilenialismo a los teólogos del proceso o a los teístas sinceros, que creen Dios se está mejorando progresivamente, porque a medida que pasa cada día, obtiene más información para averiguar si de hecho puede cumplir algunas de las promesas que hizo anteriormente. Dejemos el amilenialismo a los carismáticos, a los semipelagianos, y a otros que rechazan la seguridad de la salvación, ya que eso es coherente con su posición teológica: Israel pecó, se convirtió en apóstata, mató al hijo de Dios y lo perdió todo.
¿Cómo es posible reconciliar la idea de que Dios es el único que puede determinar quién será salvo y, sin embargo, proclamar que la iglesia hereda todas las promesas de Israel porque actúan mejor que Israel? El amilenalismo no calcula porque básicamente dice que Israel, basado en su desobediencia, perdió todas las promesas. ¿Cree usted que ellos podrían haber hecho algo, por su cuenta, para garantizar que recibirían esas promesas? Si piensa que Israel perdió su lugar en la economía de Dios porque no hicieron lo que se suponía, entonces ha rechazado la elección y ha abrazado la teología arminiana. En Isaías 45:4 (RVR 60), Dios llamó a Israel “mi escogido.” Él dijo: “Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre.” Isaías 65:9 se refiere a Israel como los escogidos de Dios y dice que ellos heredarán la promesa. En Isaías 65:22, una vez más el Israel nacional es llamado escogidos de Dios. Dios repitió este título varias veces en el Antiguo Testamento. Ahora bien, eso nos lleva a la conclusión de que, si la interpretación de la elección de Dios y las promesas de Israel son exactas, entonces su escatología también lo será. Nunca migrarán de un punto de vista a otro dependiendo solo del último libro que hayan leído, la última conferencia que hayan escuchado o la última persona influyente con la que interactuaron.
¿Cómo se tiene una visión apropiada de Israel? Para lograr entender a Israel correctamente, hay que comprender los pactos y las promesas del Antiguo Testamento de modo correcto. Para entender los pactos y las promesas del Antiguo Testamento exactamente, hay que realizar la interpretación exacta de las Escrituras. Para realizar la interpretación correcta de las Escrituras, usted permanece fiel a una hermenéutica legítima. El resultado final de ello es que la integridad de Dios se mantiene.
La Biblia llama a Dios “el Dios de Israel” más de doscientas veces. Hay más de dos mil referencias a Israel en las Escrituras con setenta y tres usos de Israel en el Nuevo Testamento. Ninguna de esas referencias significa algo más que Israel nacional. Eso incluye Romanos 9:6 y Gálatas 6:16, que son los dos únicos pasajes a los que hacen referencia en su intento por convencernos de que los dos anulan los otros 1998. Sin embargo, esos dos pasajes pueden ser fácilmente interpretados como una referencia a los judíos que eran creyentes.
Debe también observarse que los judíos todavía existen. Eso se convierte en un hecho interesante cuando uno reflexiona en si ha conocido alguna vez a un hitita, a un amorreo o a un jebuseo. ¿Alguien conoce a alguna de esas personas? ¿Saben que la oficina de inmigrantes israelíes en la tierra de Israel requiere pruebas de ADN en las que la ascendencia judía es cuestionada y realmente saben cómo es el ADN judío? Alguien le preguntó a John Stott en una conferencia europea cuál era el significado de la existencia de Israel hoy, a lo que él respondió: “No tiene ningún significado bíblico.” Es una respuesta extraña, porque tres cuartas partes de la Escritura tratan acerca de la historia de Israel y la nación todavía existe. La base para una comprensión precisa de la escatología es tener un concepto de la elección y de Israel con los que se pueda trabajar. Los dos conceptos van juntos y son inseparables. ¿Cómo es que hemos llegado a entender la elección y hemos pasado totalmente por alto a Israel? Estoy seguro de que Dios no reveló la verdad profética de tal manera que ocultara u oscureciera la verdad, sino que la reveló para nuestra bendición, nuestra motivación y, en definitiva, su gloria. Mis palabras aquí son un llamado a reconectar estas dos verdades. Devolver la soberanía de Dios en la elección a su lugar legítimo y, por lo tanto, devolver a la nación de Israel a su lugar legítimo en la historia redentora de Dios. Como resultado, toda la escatología se desarrollará con magnífica belleza a través de la hermenéutica normal que usted puede llevar a cada pasaje.
Ahora que el Espíritu de Dios está moviendo a la iglesia para restablecer la gloriosa instancia suprema de la gracia soberana en la salvación, es hora de restablecer la instancia igualmente suprema de la gracia soberana para una futura generación del Israel étnico durante el reino terrenal mesiánico con el cumplimiento completo de todas las promesas de Dios a Israel.
UNA ESCATOLOGÍA PROBADA
He pensado con detenimiento estas grandes realidades durante casi cincuenta años. Cuanto más claro comprendo la gracia de la elección soberana, más claro es el lugar de Israel en el plan redentor de Dios. No me he apartado de la escatología bíblica de la que estaba convencido cuando empecé en el ministerio. Uno de los beneficios de ser pastor de Grace Community Church por casi cuarenta años es que estoy obligado a seguir en movimiento, ya que no puedo predicar sermones viejos. Estas queridas personas, ¿se imaginan escuchar al mismo predicador durante cuarenta años? No es muy bueno para ellos, pero es beneficioso para mí porque he tenido que enseñar continuamente todas las partes de la Biblia. Me estoy acercando a completar la predicación de todo el libro de Lucas, lo que deja a nuestra familia de la iglesia con solo el Evangelio de Marcos antes de haber predicado a través de todo el Nuevo Testamento. Durante cuarenta años he enseñado y predicado a través de cada verso, cada frase, cada palabra del Nuevo Testamento, luego he vuelto y he escrito comentarios. A través de todo eso mi escatología ha tenido que soportar la prueba de cada versículo del Nuevo Testamento. Mi convicción no ha cambiado; solo se ha fortalecido y refinado. También he predicado a través de muchos libros del Antiguo Testamento. Al principio de mis años aquí en Grace Community Church comencé en Génesis. He predicado acerca de los libros proféticos. He pasado a través de Daniel, Ezequiel, Isaías, Zacarías y los profetas menores. Una prueba justa de una escatología cohesiva es arrastrarla a través de cada texto, y he hecho todo lo posible para hacer exactamente eso. Estoy firmemente comprometido con la elección soberana de una futura generación de judíos para la salvación y la plena herencia de todas Promesas y pactos de Dios que se les dieron en el Antiguo Testamento. Esto no es una ambición personal; la Palabra de Dios está en juego.
¿DISPENSACIONALISMO?
Ahora, en este punto me imagino que algunos de ustedes dirán: “Oh no, vinimos a una conferencia de pastores y se convirtió en una conferencia dispensacional. Lo siguiente que va a hacer es sacar las tablas de Clarence Larkin, distribuir copias de cuero de la Biblia de estudio de Scofield, y luego todos tendremos la serie Dejados Atrás. Probablemente nos va a decir que hay siete dispensaciones, dos reinos, dos nuevos pactos, dos maneras de salvación.” Mi respuesta: Cálmense y olvídense del dispensacionalismo, porque no estoy hablando de eso. Aunque, como una nota lateral, cada uno de ustedes es dispensacionalista. Permítanme probar esta hipótesis. ¿Cree usted que Dios trató con el hombre de una manera antes de la caída, después de la caída, antes de la ley, después de la ley, antes de la cruz, después de la cruz, ahora y en la eternidad? Exactamente.
Sin embargo, rechazo la escatología tipo comics y las locas interpretaciones de las langostas de Apocalipsis 9 como helicópteros. No creo que Henry Kissinger sea el anticristo ni que Hillary Clinton sea la ramera de Babilonia. Aunque no estoy de acuerdo con todo lo del dispensacionalismo, eso no es más peculiar que la interpretación de muchos amilenialistas, que han hecho ficción de todo lo que Jesús expone en el contexto de los eventos del año 70 D.C. Otra objeción común es: “Bueno, ¿no inventaron los dispensacionalistas el premilenialismo?” En la era moderna, dos libros reintrodujeron visiones premilenialistas, ninguno de ellos escrito por un dispensacionalista. El primero se llamó The Pre-Millennial Advent of Messiah. Fue escrito en 1836 por un anglicano llamado William Cuninghame. El segundo fue una publicación inglesa de 1827 escrita por el jesuita Manuel Lacunza y Díaz. Es erróneo concluir que existe una conexión directa y necesaria entre todo lo extraño en el dispensacionalismo y una clara comprensión del reino.
TODA LA VERDAD
Cuando Federico el Grande le pidió a su capellán prueba de la veracidad de la Biblia, dijo: “Dame una breve defensa.” Su capellán respondió: “Puedo hacerlo en una palabra. Israel.” Israel, entendido como un pueblo preservado por Dios para un reino escatológico, tiene un inmenso valor apologético. Tenemos que acertar todo el consejo Dios. Tenemos que darle al mundo la verdad sobre el final de la historia, la gloria culminante de Cristo y el cumplimiento de las promesas de Dios a Israel y a la iglesia. Profundicemos la discusión con una serie de preguntas.
¿Es el Antiguo Testamento amilenialista?
No es legítimo interpretar el Antiguo Testamento como secundario al Nuevo Testamento. Si usted dice eso, el Antiguo Testamento no puede ser interpretado correctamente aparte del Nuevo Testamento, y usted ha negado la nitidez de una gran parte de la Palabra de Dios. Walter Kaiser resume esto bien cuando escribe que se termina teniendo “un canon dentro de otro canon.” Sin usar el Nuevo Testamento para reinterpretar el Antiguo, ¿propugna el Antiguo Testamento por sí solo una visión amilenialista?
Es inapropiado revocar el verdadero significado contenido en el Antiguo Testamento y todas sus promesas relacionadas con la iglesia. Incluso Pablo reconoció que la iglesia es un misterio no mencionado claramente en la revelación anterior (Efesios 3:1-6). La idea de que el Nuevo Testamento es el punto de partida para comprender el Antiguo Testamento es de donde proviene el amilenialismo. Una vez más, si esto se hace, daña la perspicuidad o la claridad del Antiguo Testamento en sí mismo. Ello lleva a la espiritualización exegética que va más allá de los textos proféticos y justifica que el intérprete lleve los principios cristianos del Nuevo Testamento a los textos del Antiguo Testamento, donde no pertenecen.
Un ejemplo de esto es lo que algunos individuos hacen con el libro de Nehemías. Ellos interpretan a Nehemías como el Espíritu Santo, las murallas caídas de Jerusalén como las paredes caídas del corazón humano, y dicen que el Señor quiere reconstruir el corazón caído con el uso del mortero, que es hablar en lenguas. La espiritualización pone al lector en una pendiente resbaladiza.
Es raro encontrar un pastor que predique el Antiguo Testamento con la lente interpretativa de una persona que vivía en el momento en que fue escrito. Por favor, no malinterpreten lo que quiero decir: podemos usar el Antiguo Testamento para ilustraciones, podemos usarlo para dar ejemplos, y tiene que tener aplicación práctica para las personas en nuestro contexto cultural. Sin embargo, la interpretación debe comenzar con la claridad y nitidez que los lectores originales habrían tenido.
La Teología del Reemplazo ignora ese principio y exige que las promesas del Antiguo Testamento sean vistas a través de la óptica del Nuevo Testamento. También se produce una extraña dicotomía ya que todas las maldiciones prometidas a Israel llegaron a Israel y todavía se derraman sobre ellos. Si se está preguntando si las maldiciones del Antiguo Testamento fueron literales, puede ver la evidencia tangible de la nación de Israel que lleva esas maldiciones. Sí, Israel está experimentando la promesa de Dios de que serán perpetuados como un pueblo étnico; sin embargo, este grupo actual de judíos que viven en el mundo de hoy, y en la nación de Israel, están soportando una maldición. Son apóstatas, han rechazado a su Mesías, y están bajo la disciplina divina. Todas las maldiciones prometidas a Israel por desobediencia a Dios se hicieron y se están haciendo realidad.
Sin embargo, ¿ahora, de repente, se supone que debemos dividir todos los pasajes de bendiciones y maldiciones, y decir que Israel está experimentando maldiciones literales, pero que las promesas de bendición han sido espiritualizadas y dadas a la iglesia? ¿Dónde está la justificación textual para una interpretación tan dividida? ¿No creería usted que cualquiera que haya sido la manera en que las maldiciones se cumplieron establecería el estándar para que se cumplan las bendiciones? Además, ¿no esperaría usted que todas las profecías que literalmente pasaron durante el advenimiento de Jesús establecerían el patrón del modo en que con su Segunda Venida llegarían a pasar?
¿Es el Antiguo Testamento amilenialista? Por supuesto que no. Si usted afirma la hermenéutica normal y la perspicuidad del Antiguo al Antiguo. La totalidad de la Escritura debe ser interpretada, como una clara revelación de Dios que debe ser creída y aplicada por la gente a quien fue dada.
¿Cuáles son los pactos?
Para entender mejor este tema, debernos hacer una segunda pregunta: ¿Qué pactos se hacen en el Antiguo Testamento? El objetivo principal de esta investigación es contemplar la conexión entre estos pactos y la soberanía de Dios. Leemos en Génesis 12:1 (RVR60): “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.” En este pasaje tenemos una gran ilustración de la elección. ¿Qué hizo Abram para poner esto en movimiento? Nada, porque Abram no jugó parte en la institución de ese pacto. Ahora sigan el uso de la expresión tácita “Yo”: “Y [yo] haré de ti una nación grande, y [yo] te bendeciré, y [yo] engrandeceré tu nombre, y serás bendición. [Yo] bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren [yo] maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (versículos 2-3). La expresión se utiliza cinco veces. Vemos aquí una elección soberana, unilateral e incondicional.
En Génesis 15, Abram quería la confirmación de que ese pacto llegara a buen término. “Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar?” (Génesis 15:8, RVR60). La respuesta de Dios fue: “Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero de tres años, una tórtola también, y un palomino. Y tomó él todo esto, y los partió por la mitad, y puso cada mitad una enfrente de la otra; mas no partió las aves” (versículos 9-10). Entonces las aves de rapiña descendieron sobre los cadáveres, pero Abram los echó.
Ahora, ¿qué hizo Dios aquí? Tomó esos animales, los cortó por la mitad, los puso unos opuestos a los otros; además, había un sendero que pasaba por medio de esos animales partidos y los dos pájaros muertos, un pájaro a cada lado. Esto se relaciona con el término en hebreo: “cortar un pacto.” Cuando se corta o se hace un pacto, se colocan sacrificios de sangre como una manera de demostrar la seriedad de la promesa. Dios preparó lo que sería una manera muy tradicional y típica de participar en un pacto. Solo que en esta ocasión es diferente porque leemos: “Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él. Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años” (versículos 12-13).
Bueno, “¿cuatrocientos años” en realidad significa cuatrocientos? ¡Si! Nuestra hermenéutica nos obliga a tomarlo literalmente. Y es perfectamente preciso porque es una profecía de lo que ocurrirá. “Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza. Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez” (versículos 14-15).
Entonces leemos en el versículo 17: “Y sucedió que, puesto el sol, y ya oscurecido. se veía un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos.” Dios anestesió a Abram y solo Dios pasó por entre las piezas, indicando visualmente que se trataba de una promesa unilateral, incondicional e irrevocable que Él hizo consigo mismo. No había condiciones que Abraham tuviera que cumplir. Porque en aquel día el Señor hizo un pacto con Abraham, un pacto que nunca termina.
Saltamos a Génesis 17:7 (RVR60): “Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti.” Dios eligió a Abraham, eligió la nación que saldría de sus lomos, e hizo el pacto y la promesa de ser su Dios. Este es el pacto fundacional en la Biblia, una promesa unilateral e incondicional del Señor.
El Pacto Mosaico
Avanzamos con rapidez hasta cuando Dios le dio el pacto mosaico a Israel: se había hecho muy evidente cuán pecaminosos eran. Sin embargo, incluso en medio del flagrante pecado de Israel, la apostasía, la idolatría y violación de la ley de Dios, la nación siguió siendo el objeto de su pacto de amor. En Ezequiel 16 hay una crónica asombrosa de su elección de Israel. Habla de Israel en términos gráficos, comparando su elección con el hecho de encontrar un bebé en un campo. “Y en cuanto a tu nacimiento, el día que naciste no fue cortado tu ombligo, fuiste lavada con aguas para limpiarte, ni salada con sal [que hacían para desinfectar a los niños], ni fuiste envuelta con fajas. No ojo que se compadeciese de ti para hacerte algo de esto, teniendo de ti misericordia; sino que fuiste arrojada sobre la faz del campo, con menosprecio de tu vida, en el día que naciste” (Ezequiel 16:4-5, RVR60). Dijo Dios: “Y yo pasé junto a ti, y te vi sucia en tus sangres, y cuando estabas en tus sangres te dije: ¡Vive! Sí, te dije, cuando estabas en tus sangres: ¡Vive!” (versículo 6). Nuevamente vemos la elección soberana de Dios. La historia continúa mostrando el modo en que Dios tomó a Israel como esposa infiel, la limpió y la hizo suya. “Fornicaste también con los asirios, por no haberte saciado; y fornicaste con ellos y tampoco te saciaste” (versículo 28). Entonces, en el versículo 36, leemos: “Por cuanto han sido descubiertas tus desnudeces en tus fornicaciones, y tu confusión ha sido manifestada a tus enamorados, y a los ídolos de tus abominaciones, y en la sangre de tus hijos, los cuales les diste.” Acusación tras acusación, vemos que Dios está furioso con ellos. Sin embargo, leemos:
“Antes yo tendré memoria de mi pacto que concerté contigo en los días de tu juventud, y estableceré contigo un pacto sempiterno. Y te acordarás de tus caminos y te avergonzarás, cuando recibas a tus hermanas, las mayores que tú y las menores que tú, las cuales yo te daré por hijas, mas no por tu pacto, sino por mi pacto que yo confirmaré contigo; y sabrás que yo soy Jehová; para que te acuerdes y te avergüences, y nunca más abras la boca, a causa de tu vergüenza, cuando yo perdone todo lo que hiciste, dice Jehová el Señor” (versículos 60-63, RVR60).
Esta es una reiteración de los términos del pacto frente a la historia de defección, desobediencia y apostasía de Israel. La decisión de Dios de fijar su amor en Israel no estaba determinada de ninguna manera por la actuación ni por la dignidad nacional de Israel, sino únicamente por la gracia independiente de Dios, no influenciada y soberana (Deuteronomio 7:7-8). Solo el Señor es el único responsable de cumplir las obligaciones, y no hay condiciones que Abram o cualquier otro judío pueda cumplir por sí mismo.
Puede hacerse un paralelo con la experiencia del cristiano. Los creyentes no vienen a Cristo por sí solos, sino que les es dada vida por el Espíritu de Dios según su voluntad. Y solo el Señor es el único responsable de cumplir las obligaciones. La obediencia no es la condición que determina el cumplimiento. Más bien, el divino poder soberano es la condición que determina la obediencia, que conduce al cumplimiento. Por lo tanto, cuando Dios hizo el pacto unilateral, sabía que tendría que producir la obediencia en el futuro para cumplir ese plan.
El Pacto Davídico
Después del pacto mosaico, Dios estableció el pacto davídico, que fue instituido en 2 Samuel 7. Es ahí que Dios le prometió a David que tendría el hijo más grande, que tendría un reino eterno. Ese pacto es una expansión del pacto abrahámico: “Yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. Él edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino” (2 Samuel 7:12-13, RVR60). Dios le prometió a Abraham una simiente, una tierra y una nación; por supuesto, eso encarna al reino y la promesa de un rey perfecto. Al establecer el pacto davídico, una vez más vemos a Dios usar el “yo” tácito. Dios es el que realiza su obra.
Es importante aclarar que esto no quiere decir que el pacto abrahámico sea solo para Israel. Todos participamos en sus bendiciones espirituales. Cuando se trata de los pactos abrahámico y davídico, todos los creyentes participarán, incluso aquellos que no son de Israel, porque experimentamos la salvación y somos ciudadanos del reino.
El Nuevo Pacto
El pacto final es el Nuevo Pacto. No puede haber cumplimiento de las promesas que Dios diera a Abraham o a David aparte de la salvación. Y a lo largo de la historia siempre ha habido un remanente fiel de Israel: los que no doblaron la rodilla ante Baal. Dios siempre ha tenido un pueblo, su escogido. Y no todo Israel es el verdadero Israel de Dios. Isaías 6:13 nos recuerda que Dios tendrá un remanente santo, pero en el futuro habrá una salvación del Israel étnico a nivel nacional. Ese es precisamente el mensaje de Jeremías 31: el Nuevo pacto dado a Israel.
Disfrutamos al discutir sobre este pacto porque participamos en la provisión salvífica del Nuevo Pacto ratificado en la muerte y resurrección de Cristo. Sin embargo, es esencial recordar que la aplicación del Nuevo Pacto es dada de una manera especial a una futura generación de judíos. “He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová” (Jeremías 31:31-32, RVR60). El pacto mosaico no era uno que pudiera salvar, pero este Nuevo Pacto del Señor lo cambiará todo. ¿Qué garantía tienen los amilenialistas para decir que la referencia directa a “Israel” no significa Israel nacional?
“Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo” (versículo 33). “Porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (versículo 34). ¿Es posible que Dios haya cambiado de opinión en cuanto a hacer esto por su pueblo? “Así ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, que parte el mar, y braman sus ondas; Jehová de los ejércitos es su nombre: Si faltaren estas leyes delante de mí, dice Jehová, también la descendencia de Israel faltará para no ser nación delante de mí eternamente” (versículos 35-36). No he notado que esto haya sucedido todavía. ¿Lo ha notado usted? No hay otra manera de entender este pasaje aparte del significado claro y literal. Si este texto no significa lo que acaba de decir, entonces es incomprensible.
El Nuevo Pacto promete la salvación que incorpora todas las promesas del pacto abrahámico, el pacto davídico y todas las promesas extendidas a lo largo de todo el Antiguo Testamento. ¿Cuál es la característica clave? Dios pondrá su ley dentro de ellos; la escribirá en su corazón. Él será su Dios, y perdonará su iniquidad.
El pasaje paralelo de esta promesa se encuentra en Ezequiel 36:24-27 (RV60): “Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.”
La única manera en que un individuo es capaz de caminar en los estatutos de Dios y de obedecer sus ordenanzas es si Dios mismo lo hace hacerlo. Cuando Dios le dio promesas unilaterales, incondicionales, soberanas y llenas de gracia a un pueblo elegido, garantizó que cumpliría esas promesas a través de su poder divino. Cuando Dios dijo que tales promesas del pacto son irrevocables, no podemos, sin impunidad y culpa, por ninguna idea o suposición aparentemente conveniente, decir que son nulas.
Está bien, ¿y la apostasía de Israel? ¿Eso no revoca las promesas? Entiendan que las promesas del Nuevo Pacto dadas en Jeremías y Ezequiel fueron dadas a Israel en el momento en que la nación estaba bajo juicio divino por apostasía. Estas bendiciones no fueron dadas cuando todo estaba bien y la gente vivía en obediencia a Dios. En el tiempo de esta profecía Israel era apóstata, vivía fuera de la tierra, y Dios todavía dice que incluso esa rebelión no revoca sus promesas. Otra pregunta justa que surge es: “¿No rechazó Israel a su Mesías?” Una de las extrañas teorías del dispensacionalismo es que Jesús vino y ofreció el reino, y porque los judíos incrédulos no lo aceptaron y lo mataron, Él salió con un plan B, que implicó darle el reino a la iglesia. Eso es completamente incorrecto porque la cruz no era el plan B.
Podemos leer la descripción de lo que sucedería en la cruz en el Salmo 22. Isaías 53 proféticamente describió la crucifixión y al Siervo Sufriente, Jesús. La cruz siempre ha sido parte del plan. Sin embargo. ¿cómo se relaciona el Israel nacional con la cruz? En Zacarías 12:10 (RVR60), leemos: “Y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.” Luego, en Zacarias 13:1 (RVR60): “En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia” ¡Vendrá un día en que Israel será salvo y la totalidad del nuevo pacto se cumplirá! Y si siguen leyendo en Zacarías 14, aprenderán sobre la venida del reino. Los capítulos 12 a 14 de Zacarías no tienen sentido aparte de una visión premilenialista.
¿Fueron los israelitas en el tiempo de Jesús amilenialistas?
En un esfuerzo por responder a esta tercera pregunta, Emil Schurer escribió un útil estudio de la escatología judía del primer siglo. Fue publicado por primera vez en 1880, y una edición más reciente fue publicada por Hendrickson Publishers. Schurer declaró que los antiguos israelitas creían que la venida del Mesías sería precedida por un tiempo de angustia. Ellos pensaban que antes de que el Mesías llegara, Elías vendría como precursor. También creían que el Mesías sería el hijo personal de David, que tendría poderes especiales para establecer reino, y que todas las promesas de los pactos abrahámico y davídico serían cumplidas en Él.
Además, creían que Israel se arrepentiría y se salvaría en la venida del Ungido, el reino se establecería en Israel con Jerusalén como centro, y la influencia mesiánica se extendería por todo el mundo. Como resultado, el mundo sería renovado, la paz y la justicia dominarían, y todas personas adorarían al Mesías. Esta adoración implicaría un templo reinstituido. La culminación de este reino sería el juicio final y, después eso, el estado eterno. Eso es la escatología judía anterior al Nuevo Testamento. Y se alinea perfectamente con la visión premilenialista.
Schurer no es la única evidencia de esto. Zacarías, el padre sacerdotal de Juan el Bautista, creía eso. En la última parte de 1, la proclamación de Zacarías proviene de los pasajes del Antiguo Testamento sobre los pactos abrahámico, davídico y el nuevo. Zacarías sabía lo que estaba sucediendo: que el Mesías venidero significaba que los pactos debían cumplirse.
¿Era Jesús amilenialista?
Esta cuarta pregunta es una de las más importantes que debemos responder. Hemos leído lo que Lucas escribió acerca del Cristo resucitado: Estimado Teófilo, en mi primer libro me referí a todo lo que Jesús comenzó a hacer y enseñar hasta el día en que fue llevado al cielo, luego de darles instrucciones por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido. Después de padecer la muerte, se les presentó dándoles muchas pruebas convincentes de que estaba vivo. Durante cuarenta días se les apareció y les habló acerca del reino de Dios. (Hechos 1:1-3).
Jesús pasó sus últimos cuarenta días con los discípulos hablando acerca de las cosas concernientes al reino de Dios. Si Jesús hubiera sido amilenialista, este hubiera sido su momento para poner en marcha el amilenialismo. Pero vemos que después de cuarenta días de instrucción sobre el reino, los discípulos todavía estaban seguros de que el reino, para el Israel nacional, era aún un acontecimiento futuro. No preguntaron si el reino vendría a Israel. En vez de eso, preguntaron cuándo: “Señor, ¿es ahora cuando vas a restablecer el reino a Israel?” (versículo 6). ¿Cómo respondió Jesús? ¿Acaso preguntó: “¿De dónde sacaron una idea tan absurda? ¿De dónde sacaron ese concepto? ¿No me han estado escuchando durante los últimos cuarenta días? Soy amilenialista. Qué extraño pensar que voy a restaurar el reino a Israel. ¿No me escucharon: la iglesia es el nuevo Israel?”
Jesús, sin embargo, no dijo que no iba a haber un reino. Más bien, respondió: “No les corresponde a ustedes saber los tiempos ni las épocas que el Padre ha fijado con su propia autoridad” (versículo 7, NBLH).
En Hechos 1:7, el verbo griego “fijar” está en la voz media, por lo que es mejor traducir “el Padre se ha fijado para sí mismo.” Se trata de la gloria del Padre, la exaltación y el mundo finalmente experimentando el paraíso recuperado. El objetivo final aquí es singular y unilateral. No hay Teología del reemplazo en la teología de Jesús; no hay supersesionismo. Este movimiento para establecer que no hay un reino terrenal para Israel es absolutamente ajeno al Antiguo Testamento, ajeno al Nuevo Testamento y ajeno a Jesucristo.
¿Fueron los apóstoles amilenialistas?
Si los israelitas en el tiempo de Jesús y el mismo Jesús no se aferraron a la visión amilenialista, ¿qué ocurre con Pedro? ¿Fue acaso el primer amilenialista? Para responder a esta quinta pregunta, leamos el sermón de Pedro:
El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad. Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos (Hechos 3:13-15, RVR60).
“Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca Sus profetas, que su Cristo había de padecer” (versículo 18). Esta es una declaración que tomamos al pie de la letra; por lo tanto, la siguiente frase que sale de la boca de Pedro debe tomarse literalmente también: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (versículo 19). “Tiempos de refrigerio” se refiere al futuro reino. “Y él a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo” (versículos 20-21). Me encanta especialmente el versículo 25: “Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres.”
Pedro no canceló el pacto; reforzó su validez: “Diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad” (versículos 25-26). Pedro tuvo la oportunidad perfecta para anular esas promesas y, sin embargo, recordó a sus oyentes judíos que ellos eran los hijos del pacto.
¿Era Santiago amilenialista? Lea lo que dijo: Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas y lo volveré a levantar, para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles sobre los cuales es invocado mi nombre, dice el Señor, que hace conocer esto desde tiempos antiguos (Hechos 15:14-18, RVR60).
La aceptación de los gentiles no canceló las promesas de Israel. Al contrario, después de la conversión gentil, Dios reconstruirá el tabernáculo de David, el cual ha caído, implicando que el pacto davídico y las promesas se cumplirán.
¿Tal vez fue el apóstol Pablo el primer amilenialista? Él escribió en Romanos 3:1-4 (RV60): “¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿O de qué aprovecha la circuncisión? Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios. ¿Pues qué, si alguno de ellos han sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios? De ninguna manera.” Si Pablo hubiera mantenido la posición amilenialista, habría escrito: “Absolutamente, eso anula la promesa de Dios.” Pero no lo hizo. Considere lo que dijo: No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes (Romanos 9:6-8, RVR60).
El hecho de que algunos judíos no hubieran llegado a creer no significaba que la fidelidad de Dios habría sido anulada. Y solo porque hay algunos a quienes Dios elige no significa que no va a elegir una generación entera y debidamente constituida de judíos para cumplir sus promesas.
Por tanto, tal vez sea más notable ver lo que dice Romanos 11:26 (RVR60): “Y luego todo Israel será salvo.” ¿De qué otra manera se puede interpretar eso? Una forma es decir que Pablo no estaba refiriéndose al Israel nacional. Pero, ¿dónde dice el texto que no es Israel? “Como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. Y será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados” (versículos 26-27). Los israelitas son enemigos en el tiempo presente, pero eso es por el bien de los gentiles. ¿Por qué podemos estar seguros de que finalmente Dios los salvará? “Porque los dones y la vocación de Dios son irrevocables” (versículo 29). Si dependiera del pueblo de Israel obedecer a Dios por su propia iniciativa, entonces la suya sería una tarea imposible desde el principio. Solo aquel que hizo la promesa puede permitir la obediencia que está relacionada con el cumplimiento de la misma.
EL PELIGRO DE LA TEOLOGIA DEL REEMPLAZO
Ronald Diprose escribió una excelente obra titulada Israel and the Church. Apareció por primera vez como una disertación doctoral en italiano y no tiene ninguna conexión con el dispensacionalismo tradicional. La exposición muestra cómo el efecto de la Teología del reemplazo ayudó a formar la iglesia de la Era Oscura; y explica cómo pasó la iglesia del concepto del Nuevo Testamento al sistema institucional sacramental de la Era Oscura, que conocemos como catolicismo romano.
Diprose asigna gran parte de la culpa a los pies de la Teología del reemplazo, que se deriva de Agustín, Orígenes y Justino. ¿Por qué la iglesia implementó altares, sacrificios, un signo paralelo a la circuncisión, un sacerdocio, rituales ceremoniales y reintrodujo el misterio al hablar en un lenguaje que la mayoría de la gente no podía entender? Diprose afirma que la eclesiología católica romana influyó de tal forma que la iglesia fuese considerada la nueva Israel. La Teología del reemplazo justifica traer todas las trampas del judaísmo.
Otro efecto negativo de la Teología del reemplazo es el daño que hace a la evangelización del pueblo judío. Imagínese que está hablando con una persona judía y usted dice: —Jesús es el Mesías—.
—¿En serio? ¿Dónde está su reino establecido? —responde.
—Ya está aquí —dice usted.
La persona judía replica:
—Si ese es el caso, ¿por qué seguimos siendo asesinados y perseguidos? ¿Por qué no tenemos la tierra que nos fue prometida? ¿Por qué no reina el Mesías en Jerusalén, y por qué la paz, la alegría y el gozo no dominan al mundo? ¿Por qué no florece el desierto?
Entonces usted le dice:
—Oh no, no entiendes. Todo eso no va a ocurrir literalmente. En realidad, ya no eres el pueblo de Dios; somos nosotros.
Entonces el judío responderá con este devastador comentario:
—Si este es el reino de Jesús, entonces no es el Mesías que el Tanaj promete.
Sin embargo, si usted le dice a ese judío no creyente que Dios cumplirá todas las promesas hechas a Israel, y que Dios se está preparando para un gran día de restauración para el pueblo judío, entonces tendrá la oportunidad de comunicarse con ese individuo. Pero debe mirar el salmo 22, Isaías 53 y Zacarías 12:10 para entender que primero el Mesías tuvo que venir, morir y ser resucitado al tercer día para ratificar el Nuevo Pacto, de manera que pudiera perdonar los pecados de las personas e inaugurar el reino.
UNA ÚLTIMA SÚPLICA
Como pastores, tenemos que obtener el derecho divino, soberano, misericordioso, incondicional, unilateral e irrevocable, y tenemos que acertar correctamente los conceptos de Dios, Israel y la escatología. Cuando lo hagamos, entonces podremos abrir nuestras Biblias y predicar con el corazón sobre cualquier texto y decir lo que dice sin tener que revolver y encontrar alguna interpretación extraña que se ajuste a un sistema teológico específico.
Hágalo bien y Dios se ha de glorificar. Hágalo bien y Cristo será exaltado. Hágalo bien y el Espíritu Santo será honrado. Hágalo bien y la Escritura mostrará que es clara. Hágalo bien y la más grande ilustración histórica de la obra de Dios en el mundo se hará visible. Hágalo bien y se ha de mantener el significado del misterio en el Nuevo Testamento. Hágalo bien y el significado directo del texto quedará intacto; la Escritura no fue escrita para místicos. Hágalo bien y la cronología de la literatura profética quedará intacta. Hágalo bien y su cosmovisión histórica estará completa. Hágalo bien y el beneficio práctico de la escatología se liberará en su congregación. ¡Hágalo bien!
Un reino milenial literal, como el que plantea la escatología, es el único punto de vista que honra la gracia de la elección soberana, la veracidad de las promesas de Dios, las enseñanzas de los profetas del Antiguo Testamento, las enseñanzas de Jesús y las enseñanzas de los escritores del Nuevo Testamento. Haga de su congregación una iglesia de la Segunda Venida y haga de su existencia una vida de la Segunda Venida.